ERMITA DE ÁNIMAS DE LA ALQUERÍA
En el II Concilio de Lyon, celebrado en el año 1274, la Iglesia proclamó dogma de fe la existencia del Purgatorio, que se define como un estado del alma transitorio de purificación y expiación, donde las personas que han muerto sin haber cometido pecado mortal pero poseen pecados leves no perdonados tienen que purificarse para poder acceder a la visión beatífica de Dios.
Tres siglos más tarde, el Concilio de Trento promulgó que las almas detenidas en el Purgatorio reciben alivio con los sufragios (misas, oraciones y buenas obras) de los fieles. Por su parte, la creencia popular afirma que las almas del Purgatorio que alcanzan el Cielo pueden interceder por nosotros.
A partir del proceso repoblación abierto en 1570, y especialmente en el siglo XVIII, se implantan cofradías que fomentan la oración por los difuntos y se levantan ermitas de Ánimas por toda la geografía alpujarreña. En nuestro municipio, la cofradía de las Ánimas de Adra se erigió en 1725 y las constituciones de la establecida en La Alquería se aprobaron en 1780. Por último, en el siglo XIX existió otra en el Barranco de Almerín.
Situadas en su mayoría a la entrada o salida de las poblaciones, estas pequeñas ermitas fueron importantes hitos ideológicos que recordaban a los fieles y transeúntes la necesidad de orar por las Ánimas del Purgatorio. La de La Alquería ya aparece documentada en 1797 y unos años más tarde, en 1814, doña María de Utrera Avilés dispone que se compren tres arrobas de aceite para que “tenga luz de noche las benditas Ánimas en la ermitica que hay en la calle de esta Alquería”.
En tiempos más recientes, y con objeto de recabar fondos, los miembros de la hermandad de las Ánimas de La Alquería iban de casa en casa por Navidad cantando una copla que tiene la siguiente estrofa:
A las Ánimas benditas
no se les cierra la puerta;
se les dice que perdonen,
y ellas se van tan contentas.
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